Panamá
Bases militares USA: cinco tesis
Un uso civil y racional de "las áreas revertidas" las bases militares USA tiene un enorme potencial para lograr en Panamá un desarrollo nacional, democrático equitativo y armánico con la Naturaleza.
Juan Jované
Dentro del debate nacional, el tema de la presencia militar estadounidense en territorio panameño ocupa un destacado lugar. Se mezclan en él los más puros intereses nacionales y sociales y los más inconfensables intereses materiales, aunque vestidos con el ropaje de una supuesta racionalidad económica.
Cinco son las tesis desde las que puede vincularse la presencia militar norteamericana en Panamá a la esfera económica. Cada una de ellas se vale de un conjunto de indicadores y es resultado de algunas investigaciones cuantitativas recientemente realizadas.
Las cinco tesis se refieren a la factibilidad de la desaparición de las bases militares, a los costos recientes de la presencia militar extranjera, a los beneficios potenciales del uso civil de las áreas actualmente ocupadas, a la urgencia de este proceso y a las condiciones bajo las cuales debe abordarse el proceso para beneficio del conjunto de la nación.
Cifras que hablan
Primera tesis: El impacto económico de la presencia de las bases militares norteamericanas es lo suficientemente modesto como para que un retiro ordenado de las mismas represente un choque negativo inmanejable para la economía panameña.
Esta tesis resulta evidente al hacer referencia a cuatro indicadores básicos que miden en forma dinámica el impacto
económico de las bases militares (ver cuadro). Respecto a las exportaciones en términos de valores corrientes, las bases militares representan un total que alcanza no más del 8.4% del total de la economía. Esta cifra, que en principio puede parecer abultada, se dimensiona mejor teniendo en cuenta que entre 1970 1993 las exportaciones de bienes y servicios de Panamá, en términos de valores corrientes, se elevaron a una tasa promedio annual del 8%. Resulta clara entonces la posibilidad de reabsorber rápidamente el impacto de la desmilitarización de la Zona del Canal.
En términos de empleo y remuneraciones, la situación también parece manejable. En 1993, las bases militares norteamericanas representaron apenas el 0.64% de la ocupación nacional, mientras que las remuneraciones que generaron esos trabajos son apenas el 3.04% de las remuneraciones vinculadas con la generación del Producto Interno Bruto (PIB). En el período 1970 1993 la ocupación y las remuneraciones a nivel nacional crecieron a tasas promedios anuales de 2.7% y 8% respectivamente. Se trata, pues, de un nivel de impacto plenamente manejable para el país.
En lo que se refiere al impacto global sobre la economía de las bases militares norteamericanas, el gasto generado en las bases representó un total equivalente al 4.5% del PIB de 1993. Esta cifra resulta también manejable si se tiene en cuenta que, de acuerdo a las estadísticas de la Contraloría General de la República, entre 1970 y 1993, aún con los altibajos económicos y con los hechos políticos y militares de finales de los 80, la economía creció en términos reales a una tasa equivalente al 3.7% annual. En un trabajo reciente realizado para el Centro de Investigaciones de la Facultad de Economía de la Universidad de Panamá se ha demostrado que, en ausencia de choques, la economía panameña muestra una capacidad de crecimiento real promedio de 4.7% annual.
Algunos argumentan que este cálculo no toma en cuenta los efectos multiplicadores del gasto generado en las bases militares. Pero, utilizando el Modelo de Coherencia para Panamá modelo semicontable que contiene una matriz de transacciones intersectoriales y utiliza un enfoque desagregado para calcular el impacto directo e indirecto del gasto de las bases militares en 1994 , se llega a este resultado: apenas un 5% del PIB.
En todos los casos, el impacto real dista mucho de la cifra que manejan voceros cercanos a la actual administración norteamericana, que hablan de un 10% del PIB.
La realidad indica que, sobre la base de una adecuada política económica, resulta perfectamente factible absorber cualquier impacto negativo del retiro de las bases norteamericanas situadas en la ribera del canal. Y será más factible en la medida en que esta meta sea reconocida explícitamente como un objetivo nacional, como una prioridad y una urgencia.
Segunda tesis: La presencia de bases militares en el país ha tenido en los últimos años un elevado costo en términos económicos, pues las bases han inducido intervenciones económicas costosas para el país.
El fundamento concreto de esta tesis está en los efectos de las sanciones económicas impuestas a nuestra economía a finales de los 80 y de la invasión del 20 de diciembre de 1989. ¿Cómo calcular este impacto? Se utilizaron dos métodos.
El primero se basa en comparar el producto que resultaría de la tendencia que mostraba la economía antes de estos hechos con los resultados que en la realidad tuvo la economía en ese período. Este cálculo realizado en términos de precios constantes y traducido luego a precios corrientes refleja una pérdida total equivalente a 2 mil 390.2 millones de balboas de 1970 para el período 1988 1994. En precios corrientes, significa unos 7 mil 170.6 millones de balboas, cifra altamente significativa si se considera que el PIB a precios corrientes calculado provisionalmente para 1994 alcanza aproximadamente 5 mil 604 millones de balboas.
De acuerdo a otro cálculo reciente, basado en el método de las series temporales, en el que se insiste en que las sanciones y la invasión han mostrado un componente de efecto negativo persistente sobre el PIB, podemos estar frente a una pérdida aún superior si la observamos en términos anuales. De acuerdo a este segundo método, a precios corrientes la economía panameña podría encontrarse en 1994 a un nivel inferior en 1 mil 980 millones al que hubiera tenido en caso de no darse ni las sanciones ni la invasión.
Tercera tesis: Existen evidencias de que las bases militares constituyen una forma de utilización ineficiente de ese recurso escaso que es la posición geográfica de Panamá.
De acuerdo a nuestros cálculos, el gasto total generado en las bases militares representa alrededor del 4.5% del PIB, mientras que su impacto directo e indirecto no va más allá del 5%, pese a un uso muy extenso de un territorio estratégicamente situado para la actividad económica relacionada con el comercio internacional.
Son datos que contrastan con los de la Zona Libre de Colón, que utiliza una porción mucho menor del recurso escaso la posición geográfica y que genera un mayor impacto sobre la economía. Aún sin tomar en cuenta los efectos indirectos o multiplicadores, en 1993 el valor agregado generado en la Zona Libre de Colón representó el 8.8% del PIB, cifra que, de acuerdo a cálculos preliminares, se elevó hasta 9.2% en 1994. Es evidente que el uso civil de la zona de tránsito resulta notablemente superior al militar desde el punto de vista estrictamente económico.
Uso civil de las basesExiste un segundo argumento relacionado al uso de la infraestructura. En una investigación realizada recientemente, tomando como referencia el período 1970 1992 y en la que se utilizaron diversos métodos, se hizo evidente que Panamá mostró durante este período una relación capital producto cercana a una cifra equivalente a 4. Este nivel, sumamente elevado, sobre todo si se tiene en cuenta que se trabajó con el PIB potencial, muestra el esfuerzo realizado en la construcción de infraestructura y lo conveniente de poder lograr un desarrollo basado en una relación capital producto que sea menor.
Un uso civil de las llamadas "áreas revertidas" permitiría aprovechar la infraestructura ya existente, reduciéndose así la relación capital producto. De esta manera, se obtendría un espacio para acelerar el crecimiento y la posibilidad de concentrar los escasos recursos para la generación de infraestructura destinada a usos alternativos que, entre otras cosas, permitan un desarrollo más articulado y balanceado desde el punto de vista regional. Es muy grande la potencialidad: los bienes revertidos y por revertir tienen un valor calculado en más de 30 mil millones de balboas y parte importante de estos bienes es una infraestructura susceptible de ser reconvertida a usos económicos de carácter civil.
Cuarta tesis: La reconversión de las bases hacia usos económicos civiles es no sólo conveniente, sino necesaria. Las pretensiones norteamericanas no implican beneficios económicos para Panamá.
Dada su profunda crisis fiscal Estados Unidos no está en disposición de otorgar a Panamá una compensación en forma de alquiler por el uso de parte del territorio nacional para fines militares. Y aunque lo hiciera, eso supondría un impacto mínimo para la economía panameña.
Desde hace ya algún tiempo, Estados Unidos busca una reducción de su gasto militar, aun internamente, y ha diseñado una estrategia militar basada en mantener una gran parte de su poderío militar concentrada en el propio territorio, combinando esto con suficiente flexibilidad para movilizar rápidamente esas fuerzas hacia los teatros de guerra externos. Previo a la invasión de diciembre de 1989, los norteamericanos escalaron prácticamente al doble las fuerzas que tenían en territorio panameño en cuestión de horas. En el caso de la Guerra del Golfo, lograron en cuestión de meses movilizar hacia el centro de operaciones más de 1,500 aviones, 500 mil hombres equipados, incluyendo artillería pesada, mientras llenaban prácticamente el Mediterráneo, el Golfo Pérsico y el Océano Indico con sus portaaviones.
Con la nueva situación en Centroamérica, los Estados Unidos no requieren de tropas en número semejante a las que tienen en la actualidad en Panamá. Sólo necesitan utilizar el territorio panameño para facilitar su proyección y capacidad de operación en el área.
Panamá no es prioridadCon la información no oficial disponible, los analistas calculan que, dadas las fuerzas norteamericanas que quedarían en el país y la naturaleza de las instalaciones, se daría una baja significativa en el nivel de compras a nuestra economía y en el nivel de empleo. Calculan que el empleo residual de las bases fluctúa entre unas 500 y mil personas. Aún siendo mil, eso significaría apenas el 0.12% del empleo total del país tomando como referencia 1994. En lo que se refiere al PIB, el efecto directo e indirecto alcanzaría probablemente a algo menos que el 1% del nivel de 1994.
La idea de que es posible obtener un trato preferencial en el comercio con Estados Unidos a partir de un nuevo compromiso militar con ellos, no parece tener ninguna factibilidad. Es poco probable que Estados Unidos, que en su política internacional se presenta como promotor de la liberalización del comercio, esté dispuesto a romper esa imagen con un acuerdo en el que las normas del comercio abierto y multilateral se vean explícitamente condicionadas a razones políticas. Tampoco parece probable que desee alejarse de su agenda de liberalización del comercio con América Latina, que implica un calendario de dificultosas negociaciones en el que Panamá no constituye ninguna prioridad.
¿La presencia norteamericana es absolutamente necesaria para atraer el capital extranjero? Es este otro de los argumentos empleados. Pero carece de valor en la medida en que no se explicarían entonces los crecientes flujos financieros internacionales que en los últimos años se han orientado hacia países en los que no existe ningún tipo de presencia militar extranjera. Entre 1991 y 1992 la inversión extranjera directa en América Latina se elevó en 77%, con un total de 60 mil millones de dólares y a la par, no se dio ninguna expansión de la presencia militar extranjera en la región. Y si hoy se observan mayores dificultades en el flujo de inversiones externas, esto no se debe a razones militares sino a las propias contradicciones del modelo de ajuste estructural.
Quinta tesis: El proceso de reconversión civil de las bases militares precisa para su éxito de un nuevo estilo de desarrollo: instalación de actividades basadas en niveles adecuados de productividad y calificación de la fuerza de trabajo con una adecuada remuneración.
La idea de un desarrollo basado en el triángulo mano de obra barata maquiladoras bases militares, además de comprometer la soberanía de Panamá no pasaría de ofrecer una mediocre perspectiva a los panameños. Esto se hace evidente si se compara el nivel de salario que pagan algunas maquiladoras en El Salvador, el equivalente de 107.45 balboas mensuales, cuando el costo de la canasta básica familiar en la ciudad de Panamá era en marzo/95 de 427.9 balboas mensuales.
Lo que se necesita es una estrategia alternativa centrada en la utilización racional de la posición geográfica panameña y en la formación de una fuerza de trabajo con buen nivel de calificación. Con estos cimientos se darían niveles de productividad y ventajas relativas dinámicas que permitirían un desarrollo nacional, democrático, equitativo y armónico con la Naturaleza.
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